Opinión: Elecciones en Ecuador y Perú ¿Se despeja en algo el Panorama Regional?

Columna de opinión escrita por el Dr. Eduardo Araya Lëupin , académico del Instituto de Historia PUCV (Descargue PDF).

14.04.2021

Los recientes resultados electorales en Ecuador y Perú parecen haber contribuido a despejar ciertas dudas. Evo Morales especuló con el supuesto de que un triunfo de los candidatos de izquierda en ambos países permitiría relanzar, tras el triunfo de Fernández en Argentina y Arce en Bolivia, el proyecto regional de Chávez, que en su minuto contó con el respaldo de Lula y los Krichner, pero aquellos eran tiempos de vacas gordas (es decir un
ciclo de altos precios en los comodities), que permitían gastar generosamente en subsidios, políticas públicas y obviamente sin pandemia. Aun así, un triunfo del Correismo en Ecuador, hubiese sido interpretado por muchos como el inicio de un nuevo ciclo político.

Pero contra esas interpretaciones optimistas o pesimistas desde los datos de una elección, el panorama político regional sigue siendo complejo y no solo por los efectos de la pandemia aunque obviamente condicionada por su evolución. De momento, en el panorama regional solo Uruguay y Paraguay parecen vivir un ciclo de estabilidad
democrática, en donde los actores políticos relevantes no se ven enfrentados a conflictos que polarizan la sociedad y dificultan la gobernabilidad.

De las recientes elecciones en Ecuador es importante notar primero, que se realizaron en la más completa normalidad, pese a la Pandemia, Es importante notar que tanto Ecuador como Perú mantienen un sistema de sufragio obligatorio. Los resultados finales, como ya resulta reiterativo, estuvieron muy distantes del pronóstico de las encuestas. Se pronosticaba un resultado muy cerrado y eso no ocurrió. Guillermo Lasso, candidato del Partido Social-Cristiano, terminó ganado por un sólido 5 % que más que una derrota de Arauz, suponen una derrota del Correismo y del proyecto de la Revolución Ciudadana . Hay que recordar que Correa está radicado en Bélgica y no pudo ser candidato por una causa de corrupción que lo involucra a él y a varias figuras de su gobierno, pero también que su gobierno estuvo marcado tanto por rasgos de populismo como de burocratismo (Melendez, 2017 , De la Torre , C. 2013 ) y que precisamente ese rasgo buorcrático de sus políticas terminaron en una relación conflictiva con los movimientos indígenas de Ecuador.

En la primera vuelta, la sorpresa fue el resultado electoral del candidato del movimiento indígena Pachakutik, Yaku Pérez que en la primera vuelta obtuvo 1,8 millones de votos, que lo dejó solo de 30.000 votos de haber pasado a segunda vuelta . Lasso sumó en segunda vuelta 2,6 millones de votos más que en la primera, lo cual permite concluir que buena parte del voto indígena terminó apoyando a Lasso. Pero los resultados de la elección presidencial deben ser contrastados con los resultados de las elecciones parlamentarias. El Correismo tendrá 49 bancas contra 12 de Lasso. Pachakutik tendrá 27 y la Izquierda democrática de Xavier Hervas tendrá 18. La llave de la construcción de mayorías en el Legislativo y por tanto de buena parte de la estabilidad política de Ecuador la tendrán por tanto los movimientos indígenas que claramente, aunque puedan tener un perfil más de izquierda que el de Lasso, tampoco estarán alineados con el Correismo. Por otra parte, los resultados de la elección parlamentaria pone en evidencia que la división entre Correismo y Anti-Correismo seguirá subsistiendo.

Ecuador aun cuando en los números es un país menos afectado por la Pandemia que otros de la Región, vive también una aguda crisis económica, aunque con una caída del PIB menor que la de Perú. El precio de su principal comoditie, el petróleo se mantiene bajo y tiene el problema de que su moneda es el Dólar, lo cual le otorga la ventaja de no tener inflación, pero lo priva de recurrir a la devaluación de su moneda como mecanismo de estabilización.

Dicho de otra manera, puede aumentar sus ingresos solo exportando más en cantidad. El tema de la desdolarización no fue un tema de campaña por parte de ninguno de los candidatos porque resulta muy complejo de desmotar y más aún en contexto de crisis.

En el caso de Perú, todos los datos transmitían incertidumbre. De las 23 candidaturas inicialmente presentadas, la Autoridad Electoral (ONPE) finalmente validó 18; pero a pocas semanas antes de los comicios solo seis candidaturas representaban una intención de voto cercana al 10% , el 20 % de los encuestados no expresaban ninguna preferencia.

Durante meses el candidato con más preferencias fue Yonhi Lescano y sus rivales más cercanos eran Keiko Fujimori, el economista liberal Hernando de Soto y el empresario Rafael López Aliaga , que se presentaba así mismo como el “Bolsonaro Peruano”. Los puesto siguientes en las encuestas eran ocupados por Veronika Mendoza, ex -alcaldesa de Cuzco, del Partido Nuevo Perú y quien representaba más genuinamente una candidatura de izquierda y el profesor, dirigente del gremio de maestros y candidato de Perú Libre Pedro Castillo, quien  a la postre se transformó en ganador de la primera vuelta con un 18, % de los votos.

Castillo creció sostenidamente en las encuestas solo en las dos últimas semanas previas a la elección. En algunos medios Castillo ha sido descrito como un candidato de ultraizquierda por haber sostenido reuniones virtuales con dirigentes del MOVADEF, organización política que reúne a ex militantes de Sendero Luminoso y que tradicionalmente ha tenido influencia en el Gremio de Maestros y en algunos grupos universitarios; sin embargo, los
discursos o posiciones de los candidatos presidenciales en Perú no permiten tener antecedentes suficientes como para hacerse una idea de los que serán sus gobiernos.

Fujimori ganó sin Programa y luego adoptó el Programa de su contendor Mario Vargas Llosa, Alan García cambio radicalmente sus posiciones en materia de economía y desarrollo entre su primer y segundo gobierno y Ollanta Humala no hizo nada de lo que propuso en su campaña y se adaptó a mantener el mismo modelo de desarrollo que venía de sus predecesores.

Lo que Castillo, representa es por una parte un voto de rechazo a la clase política en general (no hay que perder de vista que en el último período presidencial en vez de uno, hubo cuatro presidentes) y una suerte de clivaje en la relación provincias v/s el centralismo de Lima. Castillo es un hombre de Cajamarca una región campesina del norte peruano. Lima representa el 25 % de la población de Perú, allí Castillo obtuvo solo el 5% de los votos, pero
tuvo el 50 % en regiones. Su contendor aún no está definido. La ventaja de Hernando de Soto sobre Keiko Fujimori es marginal (menos del 1%) y en el curso del recuento las posiciones de ambos se han ido alternando.

Los resultados de las elecciones legislativas mantienen el mismo patrón de fragmentación previo, lo cual augura que se mantendrán los problemas de gobernabilidad. Aun sin resultados definitivos, el Congreso estará compuesto por 11 bancadas, pero con una distribución más acotada de escaños por partido que en legislaturas pasadas. Con los datos
disponibles, ninguna bancada tiene más del 10% de los votos. Tres están cerca del 11 % y las ocho restantes están entre el 9 y el 5 % , otros ocho partidos quedarán fuera; pero ese no es el único problema: Serán bloques o bancadas con muy escasa cohesión , lo cual replica una problema ya de larga data de la política peruana que es – como lo señaló el politólogo Steven Levitizky (Levitsky 2016) – tener un sistema de partidos en donde realmente no hay
partidos. Esto porque los “partidos” peruanos son en realidad solo máquinas electorales que se arman y desarman en función de elecciones y no de proyectos políticos de largo plazo. La cientista política Milagros Campos señala que el 43% de los candidatos se afilió a un partido en Septiembre del 2020 al filo del plazo de inscripción, es decir muchos de los integrantes de la bancadas se conocerán por primera vez al momento de la instalación oficial del nuevo período legislativo (27 de Julio ).

La segunda vuelta electoral está programada para el 6 de Junio y de nuevo, el escenario es incierto. Es posible que Castillo mantenga su ventaja pero es mucho más probable, considerando la suma de lo obtenido por los candidatos de derecha que le siguen, que se termine imponiendo un candidato o candidata de ese sector. El fantasma de Sendero Luminoso sigue siendo un pesado lastre que arrastra la izquierda peruana y el vínculo (real o ficticio de Castillo con el MOVADEF no le ayudará ganar voto de centro. El punto más interesante es si Castillo se podrá transformar en un candidato de las provincias en contra del centralismo o si se terminarán imponiendo los temores de los electores limeños. Otro dato que es interesante de constatar es que el Movimiento Social de jóvenes estudiantes que se generó en Noviembre del 2020 tras la salida de Vizacarra y que logró forzar la renuncia de su sucesor Manuel Merino, prácticamente desapareció del mapa político y no jugó ningún rol en la reciente elección.

En el resumen, las elecciones de Perú y Bolivia demuestran por una parte que la democracia con todo, sigue siendo, como diría Churchill “un mal sistema de gobierno, con excepción de todos los demás “, dicho de otra manera, sigue siendo en la perspectiva de los electores, la alternativa menos mala, pero por otra, que la democracia en la región sigue siendo frágil e inestable.